
Por decirlo de manera simple, la tecnología nace para conseguir soluciones ante determinados problemas tratando de hacernos la vida más fácil.
Por ejemplo, la gente estaba cansada de agacharse para fregar el suelo y alguien se le ocurrió colocar un palo a un trapo naciendo la conocida fregona y convirtiéndose así en un utensilio universal. Es decir, que vemos cómo un artilugio de lo más sencillo triunfa como nadie lo hubiera imaginado; precisamente por responder a la fuerte demanda de resolver algo que provocaba incomodidades en mucha gente.
En cambio no es la primera vez que costosos y elaborados inventos terminan en enormes fracasos por una falta de correspondencia entre las perspectivas de su creador y la aplicación real por parte del usuario, o bien porque su lanzamiento pudo hacerse en un momento poco acertado para la época.
También ocurre que, aunque los inventos sean acertados, no se hacen realidad por intereses ajenos al consumidor; o bien si existen varios destinados a resolver un mismo problema siempre termina por imponerse uno, y no precisamente el mejor, sino nuevamente el más conveniente para la industria.
Pensemos, por ejemplo, en el coche eléctrico que, aunque existía hace mucho tiempo, ha estado contenida su comercialización para evitar su competencia con respecto a las petroleras; en los sistemas de vídeo doméstico imponiéndose al final el VHS; o acercándonos ya al campo de la televisión, pensemos igualmente en la emisión por satélite, que aunque pueda ser una buena solución en países de orografía compleja como el nuestro, lo cierto es que también hace la competencia tanto a la tradicional televisión terrestre como a las recientes plataformas por fibra óptica.
Y finalmente llegamos a la situación más extrema, cuando la tecnología interesa más a quien lo produce que al usuario que lo demanda como pasaría, por ejemplo, con los nuevos contadores inteligentes. Nadie los ha pedido. Incluso hay una cierta polémica respecto a la protección de nuestros datos personales y la intrusión de más ondas electromagnéticas en nuestros hogares pudiendo afectar a las personas más electrosensibles. Pero ahí están dado que, por mucho que nos vendan sus ventajas, a quien realidad proporcionan la mayor ventaja es a las propias compañías electricas; quienes gracias a la llamada telegestión ya no tendrán que pagar a ningún trabajador por leer ese contador cada dos o tres meses.
Con esto no queremos mostrarnos contrarios a los avances tecnológicos. Todo lo contrario. Porque la telefonía móvil junto a Internet han sido los inventos más revolucionarios que hemos conocido ayudándonos en aspectos que hasta hace años nadie imaginaría como la investigación de desapariciones gracias a la llamada geolocalización de las antenas.
Sin embargo, también sabemos que esos mismos teléfonos se suministran cada vez con más aplicaciones y que algunas de ellas nos han hecho excesivamente dependientes; mientras por otra parte nos olvidamos de avanzar en otros aspectos más importantes como disponer de baterías de mayor duración o incluso un móvil capaz de recargarse con la luz solar y que permitiera su operatividad en las circunstancias más extremas.
Y ahí es donde precisamente queremos entrar dentro del terreno de la televisión al que nos dedicamos, reflexionando lo que a veces significa que podamos caer en convertir lo accesorio en fundamental y lo fundamental en accesorio.
El 4K en TDT ¿es realmente viable?
Tras la aparición de dispositivos capaces de captar y reproducir a resoluciones que duplican las actuales (tales como tarjetas gráficas de PC, cámaras de video y, por supuesto, pantallas); llegamos a una cuestión clave como es la manera de transmitir dicha información a través de diversas tecnologías entre las que se encontraría la TDT.
Como sabemos sólo una emisión en 4K ocupa un múltiplex entero de los actuales o como mucho su tercera parte gracias a la multiplexación estadística. De hecho, ya hay un canal en pruebas en Madrid, Barcelona y Sevilla e igualmente se ha inaugurado otro más para la zona de Santiago de Compostela.

Pero lo cierto es que mientras esta realidad nos llena de satisfacción también hay otra realidad, la de muchos pueblos de España donde no se ve la TDT ni en 4K ni en alta definición ni en definición estándar. Simplemente no se ve; por lo que pese a la fascinación que nos produzca, habría que plantearse antes cuál es la necesidad real del usuario y si desde ese punto de vista la aplicación de esta tecnología podría ser posible en nuestro país o por el contrario nos encontraríamos con serias dificultades.
Y estas dificultades son muy claras. Por una parte, como hemos apuntado antes, hablaríamos de la cantidad de recursos que se necesitan junto a la escasez del espacio radioeléctrico; lo cual posiblemente obligaría a estudiar otros medios de transmisión más adecuados como el satélite. Pero también el elevado coste que implica para unas cadenas de televisión que aún no han terminado de amortizar el paso a la actual alta definición, lo cual provoca igualmente que apenas podamos disfrutar de contenidos.
Además, desgraciadamente ocurre a menudo que estas pantallas apenas se lucen en nuestros reducidos hogares teniendo en cuenta que nos debemos situar como mínimo entre 1.5 y 2 veces su diagonal para que nuestro campo de visión las abarque; o lo que es lo mismo, que el tamaño de su diagonal nunca supere aproximadamente el doble de la distancia a la que nos pongamos.
Ahora bien. Algo totalmente diferente son los grandes eventos al aire libre, sean deportivos, culturales o musicales, donde imágenes de gran tamaño necesitan ser proyectadas ante amplios aforos de público que permitan su visionado a largas distancias; y en los que sí tendría sentido emplear pantallas más grandes en las que a su vez se necesitaría una mayor resolución para que al ampliar la imagen ésta no se degradase. Incluso pensemos también en el típico bar que tenga habilitada una sala para ver la final de un mundial de fútbol y necesite disponer de un panel mayor para cubrir todo ese espacio desde diferentes ángulos.

Por eso, como ya hemos comentado, todo depende del objetivo final. La tecnología nace para mejorar nuestra vida en los aspectos en los que la apliquemos. A veces determinada tecnología encuentra más su razón de ser en aplicaciones más profesionales que domésticas. Y, de hecho, no es la primera vez que una buena solución tecnológica no ha llegado a cumplir sus expectativas, no por ser óptima, sino por no dirigirse al entorno comercial adecuado.
Conclusiones y propuestas
Como vemos con todo ello la polémica está servida. Si nos quedamos en la televisión actual hay quien puede decir que, por esa regla, nunca hubiéramos dado el salto a la TDT o a la misma televisión en alta definición que hoy disfrutamos. Pero, como decimos, si tampoco somos conscientes de ciertas limitaciones, los recursos de los que disponemos, y sobre todo, cómo hacer corresponder el uso real que pretendemos dar a esa tecnología, nos podemos encontrar con innovaciones que pueden terminar muriendo antes de tiempo.
Así que, para empezar, desde nuestro punto de vista, la televisión en 4K no la llegamos a ver suficientemente viable en TDT, sino a través de un modelo mixto TDT y satélite en la doble ventaja de resolver además los problemas provocados por nuestra compleja orografía como ya apuntamos en el artículo anterior.
Pensemos que sólo en una ciudad como Madrid donde hay unos 42 servicios, y teniendo en cuenta lo que ocupa cada una de estas emisiones, ni siquiera poniéndolas una detrás de otra desde el canal 21 de UHF al 48 cabrían; y aun empleando la multiplexación estadística, nos quedarían muchas dudas de cómo se comportaría la emisión de 14 múltiplex en una inevitable red de frecuencia única a nivel nacional, más el inviable gasto que supondría en muchas comunidades de vecinos asumir hasta 14 amplificadores monocanales y teniendo en cuenta que todavía quedarían cantidad de emisiones autonómicas y locales para los apenas 13 múltiplex restantes.
En segundo lugar, El 4K presenta un serio problema en cuanto a contenidos porque quizás sea un cambio demasiado brusco si lo comparamos con el tiempo que ha estado conviviendo con nosotros la televisión estándar. Así que muchos de los formatos que se grabaron en el pasado habría que grabarlos de nuevo con unos altos costes de producción y los de carácter histórico habría que dejarlos tal cual están, pudiéndonos parecer que tienen menor calidad de la que en realidad tuvieron (salvo los realizados en cine en 35 mm o similar por ser el único formato que hasta el momento no ha podido ser superado por cualquier otra tecnología de vídeo).

Vemos entonces cómo sólo quedaría espacio para las grandes multinacionales y con los contenidos que a ellas les interese producir; lo cual también se traduciría en una forma de borrar la historia, es decir, aquellos buenos contenidos que habiendo gozado en su momento de una gran aceptación y que todavía podrían emitirse, perderían todo su valor por carecer de calidad técnica suficiente.
Y finalmente, sirva como conclusión nuestra recomendación de que la introducción del 4K debería ser más cuidada y progresiva, debiendo analizar en primer lugar todos los riesgos (sabiendo el tamaño de los hogares y la capacidad real de los operadores para pasar a una segunda fase de mayor coordinación entre los fabricantes, la industria audiovisual y las cadenas de televisión); de manera que las ansias de vender de unos no arrastren a todos en unas dinámicas desordenadas que al final den como resultado la frustración del usuario, entre lo que ve embelesado en los escaparates de los grandes almacenes y lo que luego encuentra en su casa; que es una antena orientada al repetidor de su pueblo, de un ayuntamiento que quizás se ha dejado los ojos habiéndolo instalador en lo alto de un castillo; y aún así sigue sin haber buena cobertura porque los días de lluvia la señal se ve interferida por otro de más allá, que utiliza la misma frecuencia y no se sincroniza adecuadamente.
Y eso cuando no lo ve, porque cuando lo ve tampoco lo verá como en el escaparate de la tienda; pues como nos hemos referido, ante un panel de mayor resolución, todo lo que tenga menos nos parecerá de peor calidad y no digamos si estamos hablando de emisiones reescaladas desde resoluciones estándar.
Escrito por nuestro blog Frecuencia Nueva. Enlaces relacionados:
- Televés, RTVE y Cellnex Telecom ponen en marcha en Santiago de Compostela un canal experimental en 4K. Panorama Audiovisual 04 05 2018
- Por qué el satélite es mejor opción para emitir en 4K que la fibra o la TDT. Ticbeat 04 01 2018
- Comprar una televisión 4K cuando casi nadie emite en 4K. La Vanguardia. 19 12 2017
- Canal Sur y Axión emiten en calidad 4K sobre DVB-T2. Cine & Tele 10 05 2017
- El 4K en las TV: lo que no te cuentan. El Diario Vasco 09 01 2017
- Así consigue Cellnex emitir tres señales 4K en apenas un múltiplex de TDT. Panorama Audiovisual. 14 11 2016
- ¿Qué televisor se ve mejor con TDT? Probamos. 16 08 2016
- El año de la Ultra HD cuenta con el apoyo del satélite. Diario de Sevilla. 15 01 2016